Los anillos de Saturno
Una peregrinación inglesa


En Los anillos de Saturno, el escritor emprende un viaje a pie por el condado de Suffolk, en la costa este de Inglaterra, para llenar el vacío que se ha apoderado de su interior al haber concluido un trabajo importante. A la vista de paisajes solitarios y pequeñas poblaciones costeras se topa con vestigios de un pasado que le remite a la totalidad del mundo, enmarcado en multitud de épocas, espacios y personajes diferentes. Sebald funde magistralmente la autobiografía con la descripción y redacción de historia e historias, anécdotas, conjeturas y recuerdos a caballo entre la realidad y la ficción, en los que la civilización y la naturaleza se muestran en sus variedades más amplias. Son muchos los personajes que acompañan a Sebald en su viaje interno y externo y a los que les concede la palabra: Thomas Browne, Chateaubriand, Swinburne, Joseph Conrad, Borges…

«Extraño y deslumbrante. Sebald ha escrito el libro que todos los escritores desean escribir.
Un libro como un sueño que no quieres que se acabe… Brilla con el resplandor y la resistencia
del espíritu humano»
(Roberta Silman, The New York Times Book Review).

«Un extraordinario palimpesto de la historia de la naturaleza, el hombre y la literatura»
(Merle Rubin, The Wall Street Journal).

«W. G. Sebald, este alemán que ha vivido en Inglaterra durante más de treinta años, es, sin duda, uno de los escritores contemporáneos más misteriosamente sublimes»
(James Wood, The New Republic).

«Los anillos de Saturno es también un brillante estudio del pasado imperial de Inglaterra y de la naturaleza de su descadencia y caída. Lectura estimulante e hipnótica, es difícil imaginar una obra más curiosa y fascinante»
(Robert McCrum, The Observer).

«El viaje mental más sugerente que he leído nunca»
(Jonathan Raban).

«Un viaje a pie por el condado de Suffolk en la costa este de Inglaterra, pero también es un viaje hacia la salud física, y un viaje de encuentros y de memoria… Al terminar, como de los viajes cuyo sentido sólo se advierte cuando ya han transcurrido, uno tiene la verdadera sensación de haber visto, vivido y entendido, y sobre todo la lúcida y emocionante sensación de que no se ha perdido nada, de que nada ha sido en vano»
(Andrés Barba, El Mundo).