Una ambiciosa novela sobre el pasado y el presente, sobre el mito y la historia, con el legendario apache Gerónimo como uno de sus protagonistas. Ahora me rindo y eso es todo de Álvaro Enrigue.
«Al principio las cosas aparecen. La escritura es un gesto desafiante al que ya nos acostumbramos: donde no había nada, alguien pone algo y los demás lo vemos. Por ejemplo, la pradera: un territorio interminable de pastos altos. No hay árboles: los mata el viento, la molicie del verano, las nieves turbulentas del invierno. En el centro del llano, hay que poner a unos misioneros españoles y un templo, luego unos colonos, un pueblo de cuatro calles. Alguien pensó que ese pueblo era algo y le puso un nombre: Janos. Tal vez porque tenía dos caras. Una miraba al imperio español desde uno de sus bordes, el lugar donde empezaba a borrarse. La otra miraba al desierto y sus órganos: Apachería.»
Ahora me rindo y eso es todo, novela descomunal arranca con una vindicación de la escritura y la construcción de un paisaje. Ese paisaje es fronterizo –entre México y Estados Unidos–, y en él irán apareciendo personajes, del pasado y del presente. Asoman misioneros, colonos y también los otros, los indios de las tribus ya civilizadas, o aún salvajes. Asoma una mujer –Camila– que huye por el desierto, y un hombre –el teniente coronel José María Zuloaga– que persigue por ese desierto a unos indios que han robado ganado. Y también el mito de Gerónimo, el apache rebelde, y un escritor que recorre esos parajes en busca de las huellas de la historia…
Y estos y otros personajes que se van sumando acabarán confluyendo en esta narración total y mestiza, suma de western, relato histórico, épica, leyenda y metaliteratura que reflexiona sobre cómo el pasado permea el presente y cómo se reconstruye y noveliza. Una obra de enorme ambición y de una perfección rara, deslumbrante, que confirma a Álvaro Enrigue como uno de los más destacados escritores en lengua española con proyección internacional.
«Para Enrigue la historia es el arte de la asociación, y lo que decidimos contar es menos iluminador que el orden en que presentamos los hechos. Está prodigiosamente dotado para crear secuencias narrativas que funcionan como contrapesos»
(Alberto Manguel).
«Dueño de una pluma afilada y de una avispada inteligencia narrativa, Enrigue narra de manera no lineal historias que al avanzar vuelven siempre sobre sí mismas»
(Martín Schifino, Revista de Libros).
«La prosa de Enrigue es de una inventiva infinita»
(Francesca Wade, Financial Times).
«Álvaro Enrigue reta los límites de la novela histórica»
(Nicholas Casey, The New York Times).
«Inteligentísimo autor»
(Carlos Fuentes).