Gardea es considerado uno de los mejores prosistas de las últimas décadas. Desde que abandonó su consultorio de odontología hasta su muerte, dejó tras de sí trece novelas, un poemario y seis libros de relatos reunidos en su totalidad en estos Cuentos completos por primera vez. Gardea tejió una de las obras cumbre de la literatura en español y lo hizo como vivió: con una vida social poco activa, pero rica, en cambio, en una interioridad inacabable y rigurosamente protegida en una especie de autoexilio interior que se irá ahondado hasta su muerte.
Si bien Jesús Gardea publicó su primer libro a los cuarenta años, su obra da cuenta de una sensibilidad parecida a la de un pintor, una atención al entorno que su hijo Iván ha denominado «La escuela de la mirada» y que fue cultivando a lo largo de los años. Al interior del iris de Jesús Gardea los paisajes tienen voz —y qué voz—, las personas traslucen por la epidermis el ancestral tiempo calcinado que los trajo hasta donde están. Su discreción personal y artística ha mantenido su obra latente pero en los márgenes, pese a haber publicado en vida la casi totalidad de su obra. Este libro pretende instalar entre los lectores la obra de Jesús Gardea en el sitio que le corresponde: en la primera fila de los grandes escritores de nuestro idioma.
«Si tuviera que resumirlo en unas cuantas líneas, esto diría que sucede cuando uno lee a Jesús Gardea, el hombre que dejó el oasis del desierto en que nació para llevarle al mundo ese desierto. El estallido de luz al que se asiste —un estallido en el que el aire deviene territorio, el espacio se convierte en temporalidad y en historia y el fuego solar transmuta en persona— paraliza las pupilas, llena los ojos de abismos, afina la visión y recalibra, finalmente, la mirada».
Emiliano Monge